
La Isla Baja, en la esquina más occidental del norte de Tenerife, se reafirma como la primera opción de miles de turistas que buscan la tranquilidad, el contacto con la
naturaleza y la cultura, frente al turismo de sol y playa, característico de Canarias.
Garachico, Los Silos, El Tanque y Buenavista del Norte se transforman en el escenario idóneo para desconectar de la rutina. Una
zona que ha logrado conservar su riqueza paisajística, su idiosincrasia y su patrimonio, pese al desarrollo inmobiliario que ha experimentado el resto de la Isla. “Es una de las zonas más bellas
de Tenerife, que destaca por sus espacios naturales, sus costumbres y su gastronomía, y que cada vez atrae a más viajeros, que llegan buscando experiencias en la parte más auténtica de Tenerife”,
explica el exconsejero de Turismo, y ahora presidente del Cabildo de Tenerife, Carlos Alonso.
Un desarrollo turístico rural estable y con visión de futuro. Al menos así lo define el director del Consorcio de la Isla Baja, Lorenzo Dorta. Dicha organización une a los cuatro ayuntamientos y
al Cabildo de Tenerife para ejecutar proyectos que creen valor en esta zona deprimida. “Hace 15 años, cuando formamos el Consorcio, se realizó un estudio para determinar cuál sería la mejor
opción de desarrollo turístico de la Isla Baja. Se concluyó que las inversiones debían dirigirse al puerto de Garachico, al campo de golf de Buenavista, al Ecomuseo de El Tanque y a la
remodelación y mantenimiento de la costa de Los Silos”, señala Dorta.
Cerca de estas obras se extiende una oferta hotelera “perfectamente conservada y cuidadosamente adaptada al entorno”, según Alonso. Ahora la Isla Baja cuenta con más de 270 habitaciones entre
individuales, dobles y suites, en una decena de hoteles, además de un amplio catálogo de casas rurales y un albergue en el corazón del Parque Rural de Teno. “En general, se tiene lo que hace
falta, creo que hacer algo más requeriría un desarrollo que nada tiene que ver con esto”, comenta el director de la empresa de turismo rural El Cardón, Valerio del Rosario.
Los turistas llegan, en su mayoría, desde Inglaterra, Francia y Alemania, y en los últimos años también de otras zonas de Tenerife. “Me gusta insistir en que nuestro turismo no es solamente el
que viene de otros países o comunidades, también el que llega de otras zonas de la Isla, como Santa Cruz, La Orotava o el sur, que se escapan un fin de semana a desconectar”, apunta Del
Rosario.
El puerto deportivo y pesquero de Garachico, la obra más ambiciosa del proyecto del consorcio, se encuentra ocupado actualmente por una veintena de embarcaciones y espera el desarrollo de un
edificio multifuncional.
El campo de golf de Buenavista está en venta. “Aunque funciona muy bien y está en muy buen estado, el Cabildo no debe administrar este tipo empresas. Venderlo significa apostar por su calidad y
buen funcionamiento”, argumenta el director del consorcio, que también apuntó que ya algunos ciudadanos se han interesado por la compra del campo.
La costa de Los Silos, otra de las obras previstas, ha mejorado su aspecto, aunque aún quedan zonas que remodelar. “Ya ofrecemos una imagen diferente, pero aún quedan algunas obras que ejecutar
en las playas ”, explica.
La obra más retrasada es la del Ecomuseo de El Tanque. “Hemos estado durante más de cinco años intentando conseguir la sesión de los terrenos, y ahora la crisis nos impide seguir adelante con el
proyecto”, lamenta Dorta. Actualmente esta obra está en manos del Cabildo de Tenerife y la Consejería de Agricultura, y solo queda el 25% por ejecutar.
“En líneas generales, la intervención de las administraciones es adecuada porque no se está sobredimensionando lo que se proyectó en un primer momento. Sin embargo, hay algunas obras que generan
debate. Por ejemplo, determinar si el punto clave para el desarrollo turístico de un territorio tan particular como el de Buenavista debe ser el campo de golf, o si es adecuado un centro
comercial en el Puerto de Garachico”, reconoce el empresario de la localidad Valerio del Rosario.
Tomar un café en alguna de sus plazas; darse un baño en las calas, piscinas naturales y charcos; practicar senderismo, kayak, submarinismo y otros deportes en contacto con la naturaleza;
disfrutar del paisaje, de los valles agrícolas, las mesetas ganaderas, del bosque de laurisilva; o degustar los sabores de la gastronomía canaria, son solo algunas de las opciones que propone la
Isla Baja, un territorio de moda para el turismo que busca autenticidad y cultura.
Fuente: Diario de Avisos
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